Pensamientos de Anam Thubten

Pensamientos de Anam Thubten.

Anam Thubten nació y creció en el Tíbet y desde temprana edad entró en un monasterio, donde gran parte de su infancia y de su vida adulta recibió el beneficio de una amplia formación académica y espiritual de varios maestros de la rama Nyingma del budismo tibetano. Entre sus muchos maestros, sus guías más destacados fueron Khenpo Chómpel ​​y Lama Garwang. Durante sus años de formación en el Tíbet también desarrolló una afinidad especial con un yogui y ermitaño, el Lama Tsurlo, que sigue siendo una profunda fuente de inspiración en la expresión del Dharma de Anam Thubten.
Anam Thubten es fundador y consejero espiritual de la Fundación Dharmata con sede en Point Richmond, California, e imparte seminarios en Estados Unidos y en otros países. Ha escrito numerosos artículos y libros, tanto en tibetano como en inglés. De momento sus obras traducidas al español son: Sin yo no hay problemas y La Magia de la Conciencia.

Pensamientos:

"Al abandonarlo todo, descubrimos de repente  que residimos en esta nueva dimensión de la mente y podemos danzar en el terreno de la alegría, el amor, la dicha y la confianza. "

"la naturaleza por excelencia de la mente ya es pura e inmaculada. Ya está iluminada, y reside constantemente en cada uno de nosotros como la dimensión indestructible de lo que somos. (...) La podemos descubrir inmediatamente en cuanto dejamos de albergar conceptos sobre ella. (...) la verdad es demasiado sutil para enseñarla. "

"La mayoría de las personas espirituales busca algo, y la mayor parte del tiempo creen que se halla fuera de ellas mismas. Pero en última instancia lo que estamos buscando es esta mente búdica innata, iluminada e ilimitada, que ya está presente en cada uno de nosotros. Esta dimensión pura e inmaculada reside en el flujo de la mente de todos nosotros y la realización espiritual es la comprensión experiencial de esto."

"El descanso profundo es el punto en el que ya no estamos buscando nada. (...) En ese profundo descanso surge una quietud maravillosa, una posición estratégica desde la que podemos vislumbrar la mente luminosa y fundirnos finalmente con ella."

«Descansa en el estado natural de la mente»

Extractos:

-Existe una dimensión de la realidad en la que no somos nadie y en la que no tenemos nada, por lo cual no hay nada que perder. Suena como un fracaso total, ya que nuestro ego siempre está intentando ser alguien y hacer esto y aquello. Sin embargo, resulta ser la máxima verdad, lo que es intrínsecamente así. En el momento en que vemos esta verdad benéfica y extraordinaria, y nos rendimos a ella, destruye literalmente todas las cadenas que nos atan.

-Todos nos convertimos en alguien después de esa época de pureza original. Nos convertimos en esta entidad limitada que somos y pretendemos estar separados de la unidad, de la fuente; pretendemos haber caído de la gracia de nuestro rostro original. Pretendemos ser un hombre, una mujer, un profesor, un estudiante, un político, un taxista, una buena persona, una mala persona, un individuo culto, rico o pobre. Cuando adoptamos estas máscaras como nuestra verdadera identidad, se produce una lucha interminable. Es como si el océano hubiera olvidado que es un insondable y vasto mar, y terminara creyendo que no es más que una diminuta gota de agua. Eso es lo que ocurre en nuestra conciencia y esa es la causa principal de nuestras luchas.

-Nuestro objetivo, así como el de todas las prácticas y los esfuerzos espirituales, es no ir a ningún lado. El objetivo no es ni siquiera retornar a alguna noción de fuente divina. El objetivo es llegar aquí, llegar a la verdadera esencia de nuestro ser y reconocer esta realidad maravillosa, esta verdad suprema en la que no somos nada y no tenemos nada.

Todo lo que pensamos que poseemos no es más que una ilusión. Somos dueños de infinidad de cosas, tanto materiales como inmateriales. Poseemos muchos objetos en el mundo de lo material, y cuando contemplamos nuestra conciencia también tenemos una gran cantidad de credos, conceptos, ideas, culpa, vergüenza, orgullo y presunción. Pero, en realidad, ninguna de estas posesiones existe en el reino de la pureza primordial. Solo tienen vida en el reino de la falsa ilusión, en el reino de la mente egoica y la conciencia samsárica
De modo que hay una conciencia en todos nosotros que no es nadie. No es americana, ni europea, ni tibetana, ni china. Va más allá de los papeles y los personajes que representamos a lo largo de nuestra existencia y en los que consiste el ego, su vida y su energía. Nuestro cuerpo puede ser masculino o femenino, pero nuestra conciencia no es ni una cosa ni la otra. Eso no significa proponer una dualidad entre el cuerpo y la mente, sino afirmar que existe una diferencia entre lo que somos en esencia y el papel que representamos en este mundo. A veces interpretamos el papel de un hombre o el de una mujer, el de maestro o el de alumno; cada día adoptamos papeles diferentes.
Cuando representamos estos papeles, nos encontramos, en su mayor parte, completamente inmersos en la propia forma que estamos asumiendo en esta efímera, fugaz, maravillosa y exquisita encarnación. Pero cuando meditamos abrimos el corazón. Dejamos a un lado todos los credos, nuestras suposiciones, nuestros prejuicios y también nuestras nociones de la realidad. Dejamos a un lado toda nuestra creación mental y, sin necesidad de ir a ningún lado, sin hacer nada, ocurre el milagro. El milagro es que tenemos contacto directo con esa dimensión de lo que somos, la conciencia de la que Buda hablaba, la ilimitada e informe conciencia que no es nadie y, a pesar de ello, lo es todo. Es la experiencia de que somos, en realidad, uno con todo lo demás. Somos uno con el nirvana y el samsara. Somos uno con el cielo y con la Tierra.

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