Panchita

Panchita

Una curandera psíquica de renombre fue Bárbara Guerrero, mejor conocida como "Pachita". Nació en Parral (Chihuahua), hacia 1900 y murió en la Ciudad de México el 29 de Abril de 1979. Pachita fue la única "cirujana psiquica" conocida en su país y en el extranjero. Fue investigada por todo tipo de médicos e investigadores.

La fama de Pachita alcanzó todo México y llegó al extranjero, como Estados Unidos, Centro y Sudamérica, y Europa. En sus sesiones era frecuente escuchar varios idiomas. Pachita fue una extraordinaria psicoterapeuta y en muchos casos usaba su ESP para poder conocer profundamente a sus pacientes, cuidando la creencias de ellos: a los nativos los curaba con yerbas, y a los extranjeros con medicinas a los católicos les sugería que rezara sus oraciones a los Santos y a otras personas les hablaba del poder de la Madre Tierra y si la persona esperaba algún rito, ella lo llevaba a cabo. Pachita tuvo una gran fuerza psicológica que usaba para convencer a sus pacientes de la curación, por lo que, todas las enfermedades psicosomáticas fueron curadas. Tenía también gran practicidad manual, y algunas enfermedades fueron curadas con Quiropraxia. Era visitada por todas las clases sociales, y fue perseguida en varias ocasiones hasta la cárcel. Hasta hoy muchas han sido las curaciones efectuadas por ella, aunque no se han podido confirmar muchas de ellas, se ignoraba el orígen fisiológico o psicosomático. Ella ha sido la curandera más famosa que México ha tenido.

Doña Pachita, una de las más extraordinarias chamanas del México contemporáneo, realizaba verdaderas hazañas de curación, de manejo del espacio-tiempo, de la energía y de la materia, y decía utilizar una serie de procedimientos que le permitían realizar su trabajo.
El procedimiento principal de meditación de Doña pachita consistía en sentarse en una silla frente a su altar en el cuarto donde realizaba sus operaciones y curaciones, y una vez ahí, cerrar los ojos y respirar suavemente hasta lograr escuchar un zumbido característico en uno de sus oídos. Una vez captado este zumbido, el cual, según Doña Pachita, era la manifestación de un cambio de estado en ella misma, atendía a ese sonido interno hasta que sentía que caía en una especie de gran orificio, tras lo cual cambiaba de estado.

Doña Pachita meditaba sobre sensaciones sonoras características y después se dejaba ir en un acto que ella describía como de un salto al vacío o de una súbita bajada en una rueda de la fortuna, después de lo cual empezaba sus operaciones quirúrgicas.

La técnica es parecida a un procedimiento hindú de meditación llamado “shabd”, en el cual, el meditador debe poner atención en un zumbido característico y seguir este zumbido por un lapso de tiempo relativamente largo.
El psicofisiólogo Jacobo Grinberg - Zylberbaum, autor de la Teorìa Sintérgica, conoce a Bárbara Guerrero, 'Pachita', psicocirujana y exponente de la gran tradición chamánica mexicana de estirpe nahuatl, iniciando una insólita relación profesional y personal, en la cual el milagro y lo maravilloso devinieran pan cotidiano.

Al mejor estilo espírita, el cuerpo de Pachita, chamana invidente, era "ocupado" por 'Cuauhtémoc', el legendario caudillo mexicano que otrora enfrentara a Cortés, ahora investido con el don terapéutico; y performaba bajo su dirección y con el apoyo de un equipo de cirujanos astrales y ayudantes encarnados (dentro de los cuales figuraba el propio autor), complicadas operaciones a los ojos, el cerebro, la médula espinal, el hígado, genitales, próstata y otros órganos internos y externos; incluyendo transplantes de órganos materializados de la "nada". Trátese de un consejo y apoyo espiritual para afrontar las vicisitudes de la vida; del tratamiento de las enfermedades "de Dios", producto natural del estilo de vida de los sufrientes; o de aquellas provocadas por una descuidada - y negligente - práctica profesional, o por la envidia venial o la asistida por brujería (daño), el Cuauhtémoc en Pachita, conocido en contexto como "el Hermano", disponía siempre de un recurso, un gesto, una palabra y una técnica, para aliviar el sufrimiento; y para sus intervenciones terapéuticas, valíase tan sólo de un burdo y oxidado cuchillo de cocina, ejerciendo en condiciones que no podrían etiquetarse de asépticas en ningún hospital del mundo. No obstante, las intervenciones se caracterizaron por ser limpias, no iatrogénicas y - lo mejor de todo - exitosas, de lo que dan cuenta las miríadas de pacientes -desahuaciados muchos de ellos por la ciencia médica - de México, los Estados Unidos y otras partes del mundo, que se entregaban a sus manos.
Jacobo Grinberg atestigua la ocurrencia de fenómenos no convencionales tales como: posesiones, aportes (materializaciones), sensibilidad excitada, paragnosia, metamorfosis de "daños", entre otros; e intenta transponerlos a una clave de lectura y explicación - física y neurofisiológica - , más accequible al pensamiento occidental, asumiendo con ello el doble riesgo de distorsión por pérdida y ganancia de información, y viviendo por ello mismo un conflicto interior. Sus palabras son elocuentes:
Recuerdo que yo estuve a punto de decirle que no era el Hermano el que había hecho aquello sino la misma Pachita en otro nivel de conciencia, pero me contuve. ¿Quién era yo después de todo para afirmar algo así? Jamás en ninguna meditación había yo llegado a un nivel en el que pudiera trasplantar unos pulmones. ¿Cómo podía yo saber si en verdad Cuauhtémoc existía y era capaz realmente de ocupar el cuerpo de Pachita?
A partir de ese momento decidí no juzgar y simplemente aceptar lo que veía y oía.
Pero no era fácil ...
La ocurrencia de fenómenos afines en otras partes del mundo (Filipinas, Brasil, India, etc.) de psicocirugías (caso A.Orbito) y psicomaterializaciones (caso A. Amiden), para los que son insuficientes o inaplicables la apelación a la hipnosis o al truco publicitario, impiden encarpetar los expedientes.
Panchita queda como uno de los grandes misterios por desvelar, el ser humano no cree lo que ha visto y desea una explicación racional.Sólo puede ser comprendida por explicación espiritual y esta también es incomoda para otros.

Alejandro Jodorowsky, que convivió por tiempo con Pachita, en su obra El acto Psicomágico establece la obediencia como clave de la curación.
Quiero decir, sencillamente, que, aunque no se crea en el poder de la bruja, es conveniente permanecer imparcial y darle todas las posibilidades de actuar. Dicho de otra manera, tengas o no tengas fe, debes ser lo bastante honesto como para seguir al pie de la letra las instrucciones recibidas. Si consultas a un médico y, al salir de su casa no te molestas en comprar ni tomar los medicamentos que te ha recetado, ¿cómo podrás pronunciarte después sobre la eficacia de su tratamiento? Si Pachita recomienda un acto cualquiera, la persona cree en él y lo cumple sin tratar de comprender. Obedece, eso es todo, por misteriosa que pueda ser la práctica recomendada. Como ya hemos indicado, todo esto forma parte de una cultura radicalmente distinta de la nuestra. El director de una importante revista mensual parisiense, afectado por un cáncer, me preguntó en aquellos años si podía presentarle a Pachita. Lo llevé a su casa, ella lo operó y le dijo: “Estás curado, pero cuidado: no se lo digas a nadie hasta que hayan transcurrido seis meses”. El no obedeció. Apenas regresó a Francia, se hizo examinar por una serie de médicos, con la esperanza de que le confirmaran el veredicto de la bruja. Estos le dijeron que no estaba curado, y murió tres meses después. Por el contrario, un amigo francés, secretario de prensa de una gran compañía cinematográfica, que había tenido varios infartos, a instancias mías fue a ver a Pachita para que le “cambiara el corazón”. Terminada la operación, la bruja le pidió que esperara tres meses, y él así lo hizo. Al cabo de ese período, se sometió a varios exámenes, y el electrocardiograma reveló una gran mejoría. Han transcurrido años y él sigue vivo... También podría citarte el caso de la asistente del cineasta Francois Reichenbach. A consecuencia de un accidente del tránsito, parecía condenada a la parálisis. Pachita la operó y volvió a andar. Hace un tiempo hasta vino a verme para darme las gracias por haberle presentado a la bruja.
Para mi, es parte de la solución y no toda, porque hay casos que no la tienen.Para más información leer los libros que escribió  Jacobo Grinberg, que fue totalmente transformado por esta experiencia y estuvo mucho tiempo con la "bruja" Panchita.

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